Lo miró por detrás de su hombro

Lo miró por atrás de su hombro. Percibió que la espiaba con intermitencia, como si quisiera asegurarse que seguía allí. La distrajo de su interlocutor, el dueño de ese hombro que ofrecía una barrera protectora y limitaba, quizá sin conciencia, el territorio de su contacto. Ese hombro unido a un cuerpo delgado, pero no menudo, que la enfrentaba desde el otro lado de la mesa de café.

El extraño la miró desde atrás del hombro. Ella intentó ignorarlo: sabía que la estaba evaluando, admirando. El reconocimiento la halagó en justa y conocida medida, pero intento algo nuevo. Aún no sabía cómo, pero quiso transmitirle con su expresión tímida el infinito mundo que había debajo de esa hermosa piel heredada. Sintió el deseo avasallador de comunicarle quién era, a través de ojos escurridizos, una sonrisa ingenua, la fingida ignorancia de ser dueña de un poder inmenso y sin embargo fugaz.

Nunca lo sabría.

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